La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.
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La letra con sangre a mis niños no les entra

Si me rellenas las letras con tus besos,
escribiré más ágil.


Lamento estar escribiendo tan poco pero ando trabajando 12 horas diarias. Tengo mil reuniones de esas tan engorrosas donde he de defendar que no me importa el nivel ortográfico de mis niños, que los dejen de machacar con esos, que las dificultades que tienen son más básicas y que si les bajan las notas de los exámenes por la ortografia, no les estamos ayudando con la autoestima.
¿Os podéis creer que una de mis niñas tenías un 10, su primer diez quiero aclarar, y le han bajado las nota por las tildes a un 6? Vengaaaa....
Yo os aseguro que no le doy importancia a las calificaciones, pero mis niños sí se las dan. Esa niña se había esforzado muchísimo para ese examen y al final su esfuerzo ha quedado deslucido.
Estoy cada día un poco más desencantada con todo esto, desencantada y enfadada. Esas reuniones las tengo en mi tiempo libre, las tengo porque creo en ellas, porque me parece importante que el profesor sepa qué está ocurriendo pero es que me voy dando cuenta de que no sirven para nada, que nadie nos hace caso, que me pego contra la misma pared demasiadas veces...
me voy a dormir, tengo una jaqueca horrible, se aferra la impotencia a mis neuronas.

¡Vamos que son pocos y cobardes!

Al final, creo que la famosa orientadora algo ha entendido de mi actitud, porque se ha escudado en que como ella es profesora del centro tiene que defender los intereses del colegio. Evidentemente, no entiendo esto... ¿Si es profesora tiene que defender al colegio o su función es educar?
Sigue emperrada en que a la niña le pasa algo más, yo sigo defendiendo que si hay un informe neurológico donde diagnostican un déficit de atención, ya es suficiente. No es necesaria ninguna patología más. Ahora que sí creo que es necesaria una revisión para ajustar la medicación, no le han cambiado la dosis en la vida.
Entonces, parece que la orientadora despierta del letargo y me dice:
- Ah, pues eso puede ser. Díselo tú a la familia que parece que te van a hacer más caso.

Por cierto llegó 15 minutos tarde a la reunión y eso que era en su colegio, que sólo tenía que bajar una escalera.
Bueno... seguiremos comentando.

Por cierto, tengo que idear algo para que la logopedia pública sea de calidad.
¿Ideas?
Siempre serán bienvenidas.

Primer asalto

Lunes, por la mañana,
comienza el combate.
Es broma, pero siento parecido.
Orientadora versus logopeda.
Espero que la que salga vencedora de todo esto sea la niña.

Si no me deja tirada, que todo puede ser, les contaré como ha ido este primer asalto.

Asuntos laborales

Lo siento, hoy voy a dejar la literatura a parte porque necesito expresar mi enfado con deteminados asuntos.
Me ha llegado una nueva paciente, una niña de 9 años.
Estuvo en otro gabinete público, durante dos años y medio. Acudía al centro todos los laborales de la semana, es decir, cinco día a la semana. Dos años y medio. Esto es, muchísimo tiempo. En aquel gabinete, donde sólo hacía fichas, como si rehabilitar la dislexia fue un entrenamiento, le dieron el alta. Está repitiendo tercero de educación primaria.
Ahora, resulta que desde el colegio le recomiendan que retome el tratamiento porque siguen viendo dificultales en su lecto-escritura.
Pues sí, sigue teniendo unos problemas que son alucinantes. Su orientadora me comenta que está un poco decepcionada. ¡Pues claro yo también lo estaría! Me paso dos años y medios en tratamiento, repito y encima tengo que volver. Pues es como para enfadarse con el mundo.
La orientadora es de la opinión de que la niña es poco inteligente y que en algún momento deberá ir a un colegio de integración.
Yo defendí el hecho de que el tratamiento anterior grupal se había centrado demasiado en las dificultades sintomáticas de la dislexia, sin abordar los déficit básicos (orientación temporo-espacial).
La niña, tras el tiempo de tratamiento anterior, sigue sin reconocer la derecha ni la izquierda, no puedo retener más de cuatro elementos en orden, etc. Es decir, en esas capacidades está al nivel de mis niños de primero de primaria. ¿Eso es culpa de la niña? ¿Tiene eso relación con su C.I.? Tiene muchas anticipaciones en su lectura, con lo que es comprensible que luego no comprenda el texto.
Intenté explicarle a su profesora que yo soy de la opinión de que la niña tiene mucho potencial pero que es necesaria estimular esas habilidades que tiene por debajo de la media. Ella me dijo que su dislexia es tan grave que es imposible que mejore mucho más.
Evidentemente, yo le comenté que en mi centro recibimos niños con síntomas disléxicos muy establecidos y que no se pasan dos años y medio en tratamiento, menos viniendo todos los días y ni locos repiten. Ese es nuestro objetivo afrontar el fracaso escolar con todas nuestras herramientas.
No quiero decir que seamos los mejores, pero desde luego una orientadora, que sabe mucho de lo suyo, debería escuchar si una logopeda le dice que el tratamiento no ha sido efectivo a pesar del tiempo que ha durado. Pero ¿para qué escuchar? Es mucho mejor insistir en que la niña está bloqueada.
Lo mejor de la conversación:
- Desde que está contigo, además ha ido para atrás- me dice la orientadora.
- ¿Sí? ¿Exactamente desde qué momento han percibido el retroceso?- pregunto yo, por informarme.
- Desde la vuelta de Navidades. Justo desde el primer día de clase.- me contesta ella.
- Ahh, pues la verdad es que la niña sólo lleva en nuestro centro dos jueves, es decir desde el 7 de febrero.
Quizás debería informarse mejor de los niños de su departamento de orientación. Evidentemente esto lo pensé pero no se lo solté así.
Muy profesional por su parte decirme que ella cree que la niña es cortita y que algo más tiene que nos ocultan. Yo, respecto a esto, sólo pude decir que los informes neurológicos no relevan ninguna anomalía salvo un déficit de atención. Debido a esto recibe un dosis elevada de un medicamento.
Fíjense que yo pensaba que lo de relacionar a los disléxicos con un C.I. inferior a la media ya había pasado de moda. No se imaginan lo cansada que esto de los orientadores coorporativistas.
Saben que les digo, que esta niña en los tres jueves que ha venido ya ha mejorado su velocidad de lectura, su comprensión lectora, su capacidad de redacción y sus capacidades espacio-temporales. Y que nos vamos a comer a la orientadora con patatas. A la niña, esto paso de decírselo que ella está en el colegio y no es plan de crear mal ambiente. Ahora que tiene la autoestima destrozada y eso no se lo consiento a nadie.

Nuestro trabajo

Beatriz no puede trabajar sin el refuerzo positivo de mis besos.
Yo no puedo vivir sin saber que para ella es importante mi cariño.
- Gracias-.

P. y su lucha con las letras

P. es otro de esos niños que me hacen los días más amenos en mi trabajo. P. lleva 8 meses recibiendo tratamiento logoopédico Comenzó el tratamiento por un retraso moderado del lenguaje. No emitía los fonemas [k], [g], [d], [l], [r], ni los sinfones. Su morfosintaxis tampoco estaba en la media correspondiente a su edad. No era capaz de ordenar correctamente los elementos que formaban una oración y tenía muchas dificultades para planificar lo que quería decir. Mi intervención debía centrarse en el lenguaje oral. La comprensión lingüística era adecuada, respondía a las preguntas que le planteábamos y era capaz de ejecutar correctamente las consignas que le pedíamos.
P. tenía en aquel momento 4 años y medio, pero dado que acude a un colegio bilingüe (español-inglés), tan sólo le quedaba un mes para comenzar el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura.
La inmadurez que P. presentaba en su lenguaje, se veía reflejaba en otras áreas de desarrollo. Hemos de decir que P. tiene dos hermanas, una de 13 años y otra de 16. Es decir, recibía mimos y atenciones de toda la familia que le seguía tratando como a un bebé.
Siempre, cuando comienzo el tratamiento, tengo una reunión con la profesora de mi paciente para tener más información del niño. En especial, en lo que respecta a su dimensión social y a la capacidad atencional.
El encuentro con la profesora de P. me confirmó lo que yo había observado en la sesión de evaluación, era un niño muy inquieto. La profesora me comentó que estaba desesperada, no había forma de que aprendiera ni los números ni las vocales. Por lo que, dado que ya tenían que empezar con la lectura de sílabas directas, dudaba mucho que ese fuera el colegio ideal para el niño.
Mi labor no era enseñar a P. las vocales ni el resto de objetivos escolares. Pero soy cabezota y me puse a ello. En parte, creía que P. no aprendía las vocales porque se aburría con los métodos del colegio. No le motivaban. Al fin y al cabo con 4 años y medio eres todavía muy niño como para aprender sentado en una mesa, sin jugar.
Nosotros jugamos con las vocales. No fue instantáneo pero a las ocho sesiones de logopedia, conocía las vocales a la perfección y los números.
Todo los días P. salía del colegio con deberes, fichas que no le habían dado a tiempo a hacer en clase y debía acabar en su casa. Los días que acudía al gabinete, las trabajábamos juntos. En la consulta, no tenía problema alguno para ejecutarlas adecuadamente.
Evidentemente, una vez hubo reconocido las vocales, pasé a la grafía de las mismas. No sin esfuerzo, lo logramos.
Los padres de P. tampoco trabajaban mucho con él en casa. Miedo me daba el período vacacional. En junio el niño era capaz de articular todos los fonemas de forma aislada, aunque el fonema [r], aún no lo había generalizado a su lenguaje espontáneo. Antes de las vacaciones de verano, decidió volver a ponerme en contacto con el colegio. Estaban contentos con la evolución, aunque en lectura y en inglés iba algo retrasado respecto a sus compañeros. Yo me había implicado en lo de la lectura pero el inglés ni pensaba tocarlo.
P. volvió en septiembre y tuve, de nuevo, una reunión en el colegio, esta vez con su profesora y la directora de infantil. La reunión fue complicada. Comentaban que P. no era un niño para ese colegio, su argumento era que le costaba mucho aprender y durante este año tenía que seguir con la lecto-escritura y lo veían imposible. Evidentemente, reconocí que P. era un alumno difícil con un ritmo de aprendizaje dispar al de otros niños, pero que también adaptando un poco su metodología conseguirían mayores logros.
Me comentaron el método con el que trabajaban la lecto-escritura, el fotosilábico de Palau. Dado que debo ser muy tonta, comenzaron a justificarme por qué usaban ese método. No hizo falta que acabaran la explicación, entiendo ese método (aunque creo que los hay mejores) para un colegio bilingüe. Sin embargo, les comenté que creía que P. no iba a ser capaz de hacer las inferencias necesarias para aprender a leer con ese método.
Durante septiembre y octubre, seguí con mis objetivos del lenguaje oral. Yo no podía ayudar en la lecto-escritura porque mi método es tan diferente que no iba a hacer nada más que liarle al pobre. Hacíamos tareas de grafismo, pero nada de reconocimiento de sílabas.
Un día P. se puso a llorar en mi despacho. Me comentó que la profesora no le llevaba a su mesa como a los demás niños a leer. Hasta ese día P. nunca había sido infeliz en el colegio, a pesar de no ser "el mejor" en nada. Pero ese día lloraba amargamente.
Nos pusimos a ver qué era capaz de hacer y cero patatero. Sólo reconocía la vocal de las sílabas directas que había visto conmigo.
Luego llegó la madre a recogerle. Me comentó que P. todos los días desde mediados de septiembre, salía del colegio con una cachito de papel el bolsillo de su camisa, donde ponía las hojas que no había sido capaz de leer en clase. Estábamos a finales de octubre y la madre estaba desesperada.
Yo le comenté mi idea, mandábamos a la mierda al método fotosilábico y yo me ponía con la lectura a mi forma. La madre estuvo de acuerdo. Evidentemente, me puse en contacto con su profesora y lógicamente les pareció una mala idea cambiarle de método. A mí me dio igual. Estaba demostrado que P. no iba a aprender a leer así.
Por decirlo de alguna forma, mi método es fonético-gestual. No utilizo libro por lo que no sé ni muy bien como explicarlo. Vamos aprendiendo los grafemas y a cada grafema le asociamos varias sensaciones perceptivas (qué hace la gargante les digo, qué hace la boca) y un gesto (parecidos a los que venían en el micho). Nunca aprenden el nombre de la letra sino el sonido que hace esa letra en el lenguaje, es decir como habla esa letra. P. aprendió bastantes grafemas a lo largo de las dos últimas sesiones de octubre. Le colgaba los cartelillos de las letras por el despacho e iba corriendo de uno a otro en función del que le pidiera yo. Estaba emocionado y yo con él.
En el método fotosilábico hay una foto de una mano encima de la sílaba ma. Hasta ahí P. lo hacía bien, el problema venía que luego la foto desaparecía y no leía ni ma ni me ni nada. De hecho, debajo de la foto de túnel, P. leía pu porque para él era un puente. No era método para él yo ya lo dije.
Conociendo algunos grafemas consonánticos y todos los vocálicos decidí inducirle el silabeo. No bastó con decirle lllllllllll y aaaaaaa y él infería "la", noooo nada de eso. Nos inventamos otra forma, nos costó dos sesiones enteras y alguna lámina para poner en la cocina y el baño de su casa. Pero, lo logramos. Y ahí está leyendo cosas como "Rebeca es una pesada" o "Mi papá me mima" (que los papás también pueden mimar) y se ríe. Y todos los días pregunta qué letra vamos a ver. Él sigue con su papelito de deberes en la camisa. Todos los días que le veo, cojo el papelito y lo tiro. Para que hagan el paripe en casa y la madre se desespere, ya practican lo que le mando yo que por lo menos aprende.
Sólo nos quedan tres letras: g, ñ y la z. Está logrando hacer dictados de sílabas directas y en el colegio han comentado que está avanzando mucho en lectura y escritura. Por cierto, entre letra y letras, aprendemos a sumar.
Evidentemente, con P. yo lo tengo más sencillo al estar solos los dos en el aula. Pero sólo le veo una hora y media a la semana. Yo habré cometido errores un P., seguro, hay veces que le he exigido más de lo que podía o bien menos de lo que debía. Pero, sobre todo, estamos avanzando un montón. La madre siempre dice, de broma, que si pudiera hacerlo sacaba al niño del colegio y me lo traía todo el día a mí.
Yo voy a las reuniones a los colegio a oírles a ellos como se quejan de mis niños y también a que ellos me escuchen. Ya tengo algo de experiencia con estos chiquillos como para saber qué método de lectura va a resultar y cuál no. Lo que no puede hacerse es apartar a un niño de las actividades de clase y dejar que todo el trabajo lo hagan en casa o en el logopeda.
De todas formas, yo he derivado a P. al neurólogo. Hay ciertas conductas que me preocupan y quiero descartar cualquier problema neurológico que pueda interferir con su desarrollo.
El lunes tengo que llamar al colegio a ver qué me cuentan.

Secretos de mi trabajo

M. llegó a nuestro gabinete hace 9 meses, tenía tres años y 8 meses. Presentaba un retraso severo del lenguaje. M. manifestaba dislalias múltiples. Quizás esto no era lo princial. Lo más importante era el excaso vocabulario expresivo con el que contaba y la inexistencia de estruturas lingüísticas para comunicarse. M. sólo se utilizaba alargamiento vocálicos con lo que no lograba trasmitir ni sus pensamientos ni sus sentimientos. Los padres estaban bastantes preocupados, en especial, por la dimensión social del niño. Los compañeros de M. le daban de lado porque no le comprendían.
M. ayer me dijo que quiere se contador de historias. A mí me parece increible.
M. ha mejorado notablemente el aspecto léxico y morfosintáctico del lenguaje. Sus emisiones son mucho más productivas al ser capaz de utilizar todo tipo de oraciones (sencillas y complejas). Además su vocabulario expresivo ha aumentado considerablemente.
Nada más salir del colegio, la madre de M. se dio un golpe con la puerta del coche. La única preocupación de M. era quién llevaría el coche hasta el gabinete porque él me tenía que contarme todas sus Navidades (llevaba 15 días sin verle).
M. ahora es un charlatan, en las asambleas de clase participa como los demás y éstos entienden lo que les cuenta. Además las relaciones sociales con sus compañeros son excelentes.
En la actualidad, sólo nos queda seguir progresando en articulación. Con M. no podemos hacer corrección directa, sólo podemos usar el moldeado por el riesgo que tiene de desarrollar una disfemia (nos llego con algún bloqueo clónico que eliminamos pero de los que hay que seguir pendiente).
M. ha desarrollado lateralidad cruzada. La lateralidad cruzada es uno de los indicadores de posible trastorno de la lectoescritura. Ahora está aprendiendo sus primeras letras por lo que a la vez tenemos que hacer una tratamiento de prevención de la dislexia.
Estos padres tienen recursos económicos suficientes para poder pagar un tratamiento logopédico ìndividual y privado. Pero no todos los padres pueden permitírselo.
Los logopedas que trabajan en la sanidad pública son excelentes pero comprendo que intentar reeducar a 8 niños a la vez, pues tienen sesiones grupales conpatologías de los más diversas es sumamente complicado. Acaban teniendo que dar recetar, es decir, interviendo de forma monótona y automática. Tampoco tiene muchas más opciones.
El mundo nos vuelve a mostrar sus injusticias.

Empieza el segundo trimestre

Sólo me quedan unas semanas en el instituto. No ha habido enfados cuando les he anunciado que por muy grata que me esté resultando la experiencia, necesito recuperar mis tres horas por la mañana para llevar a cabo esas cosas que me dan libertad.
Ahora tengo que compaginar las prácticas en el instituto con las reuniones de coordinación del segundo trimestre y estudiar para el examen del día 19. Y con lo que adoro perder el tiempo...
Mis niños de las vacaciones vienen contentos. La mayoría con nuevos juguetes, lúdicos y a la vez educativos. Es lo que tiene que su logopeda participe en la elaboración de la carta a los Reyes Magos.
El programa para mejorar la velocidad de lectura está dando sus frutos.
El resto del trabajo también, vuelvo a tener ofertas de cursos. Aunque de momento he dicho que no, lo económico no compensa. Prefiero el tiempo para mí y para hacer cursos yo, que ya me va picando el gusanillo de aprender más.
Sólo quedan 9 semanas para Semana santa, sólo 63 días para irme a la Rioja.

tesoros cotidianos

Tengo a todos mis niños enganchados a los "Minilibros para soñar" (recordemos que mis niños por sus dificultades no suelen estar emocionados con la lectura).
Ellos leen un poco en el suelo, luego yo. Nos vamos turnando.
Somos lobos, gallinas, chivos, niños, abuelas, huevos fritos, ogros, princesas.

Rebeca ¿Cuándo vamos a volver a leer uno de esos cuentos pequeños?
Ahora mismo.


Hasta los han puesto en su carta a los Reyes Magos.

Entre eso y el Mikado...
Hemos hecho una carta algo diferente.

Cuéntame un cuento

Hoy he tenido un día fantástico con una de mis niñas.

Comencé a contarle un cuento:
- Había una vez una niña llamada Caperucita azul.

- ¿Azul?, Yo me sé uno que empieza igual pero era roja.

- Espera, Sara. Caperucita azul tenía un papá que hacía unas galletas estupendas. Y el papá le dijo que le llevara a su tía Rosa las estupendas porque la tía de la niña tenía la pierna escayolada.

Sara me está mirando con unos ojos enormes.

- Rebeca, yo me sé otro.

Y se lanza a contartme el que se sabe ella, que ya hemos comprendido todos como se desarrolla el suyo.

¡Me ha contado un cuento maravilloso! Y yo mientras sólo he escuchado.

Piropos

Según una de mis niñas soy: agradable, lista y guapa.
Lamentablemente, no todo el mundo está de acuerdo pero... no la inventado yo.

Viernes

Mañana...
Tengo que ir a la universidad a por el certificado de notas que luego la semana que viene me va a ser imposible.
Luego, tengo valoración y unos cuantos pacientes, excepto de 2 a 4 que aprovecharé para comer mejor que nunca.
Al final, me voy a perder en el teatro Albeniz, viendo danza para ser feliz.

Mis obligaciones

Me di de baja en el gimnasio, lo siento mucho, voy a echar de menos mi deporte pero no tengo más horas al día.
Salía a las 7, pues ya no recupero una de mis sesiones de mañana. Soy así

El viernes de 9 a 18 horas nada más.

Otoño



Hoy salí a pasear un ratín,


es otoño.


Hay luz, el sol ilumina las aceras pero no quema.


Disfruto de este clima.


Gorros y bufandas


pero aún no me siento encorsetada entre tanta prenda.





Mis niños ya empiezan a regalarme lo que les sobra a los árboles y yo voy adornando mi despacho.

foto de ocurre.bitacoras.com

Mis pesares, mis entretenimientos, etc.

Hoy me acuesto agobiada, muy agobiada.
Siempre he tenido mil obligaciones y he podido con todo.
Pero esta vez tengo miedo de no poder estirar las horas y de no ser capaz de hacer todo.
Menos mal que hoy duermo donde mis padres,
a veces me hincho a llorar para quitarme de encima el estrés.

No es sólo las reuniones y el C.A.P. Es acostarse pensando en por qué alguno de mis niños no avanza más rápido, por qué razón otro no generaliza los aprendizajes, qué pasa por esas cabecillas para que no procesen el lenguaje como deberían, por qué se les ve tan infelices a veces. De verdad, duermo mal algunos días dándole vueltas a tantas cosas. Me levanto de la cama, tomo notas de lo que se me ocurre, soluciones pasajeras o permanentes, objetivos de tratamientos, líneas de evolución, actividades novedosas,...

A veces me siento insignificante ante mi trabajo, insignificante y desarmada.

Para sentirse bien, seguir así

Hay personas que no tienen precio.
Hoy, a pesar de una suculenta oferta tuve que decir que no.
Cuestión de principios y de coherencia.

Estrés

Mi día (Jueves 25):

08:30 Reunión en colegio.
11:00 Reunión C.A.P. Vicálvaro.
13:15 Sesíones de logopedia.
15:30 Reunión en colegio
16:15 Sesiones de logopedia.
20:30 LIBERTAD

Estamos de Enhorabuena

Nueva reunión con otra profesora. No puede creerse que mi niña haya pasado por una discalculia espacio-temporal. ¡Enhorabuena (a mí, a la niña y a sus padres)! ¡Trabajo bien hecho equipo!

Logopeda

Siguiendo los consejos de un anónimo, voy a seguir comentando esas curiosidades que tiene mi trabajo.
Los niños a los que les voy mostrando los textos de mitología, cada día muestran más interés. Una de las niñas con la que leí la historia de Perseo (la que decía que eso no le interesaba) hoy estaba decepcionada porque tocaba matemáticas. Hoy deseaba que le siguiera contando cosas, dice estar alucinada de que no sólo va a poder aprender cosas en el colegio. Hoy ha estado muy graciosa, tenía muchas preguntas que hacerme e incluso se ha estado informando sobre cosas de las que leyó. Ha sido una gran sesión.
Las historias mitológicas son unos textos con múltiples usos en logopedia. No sólo se trabaja, como es obvio, la velocidad lectora y la comprensión, sino que cada uno de los nombres de dioses y mortales, sirven como pseudopalabras, dada la baja frecuencia de uso de esos sustantivos. De esa forma se consigue desactivar la ruta de lectura global que es una de las principales dificultades que presentan mis pacientes. No logran desactivarla en función de las exigencias del texto.
El problema de la mitología es que se acaba, llega un momento en que no hay más historias adaptadas. Pero ya tengo nueva temática: las civilizaciones precolombinas. Ahora que como me toque explicar qué pasó con esas culturas y cómo les hicimos llegar a ese fin...me voy a ver en serias dificultades. De hecho, ya el otro día me tocó hablar de la inquisición (recordemos que casi todos mis pacientes pertenecen a familias creyentes y por mucho que yo sea atea no he de imponer mi forma de pensar, aunque sí he decir que espero dejar cierto poso para que mis niños y niñas en unos años comiencen a hacerme las preguntas oportunas).
Por otro lado, he llamado al colegio de uno de mis pacientes. Os comento antecedentes. Después de mucho insistir, por fin sus padres decidieron realizarle una evaluación psicológica. Ha sido diagnosticado de déficit de atención. Yo llevaba una "casi guerra" con su colegio. Es un niño que realiza múltiples progresos en sesión logopédica pero la generalización de los mismos a todos los contextos en lo que se desarrolla no la consigue. Sin ser psicóloga, presentaba pautas de comportamiento propias de este tipo de déficit. Según la psicóloga del centro, yo estaba muy equivocada, ese niño no quería trabajar. Yo apostaba por que no podía. Cierto es que es un niño inmaduro y se encuentra poco motivado en el entorno escolar, pero eso no implicaba que fuera un gandul. Después de que se haya confirmado esa dificultad, tanto por parte de una psicóloga como de un neurólogo, he querido ponerme en contacto con el colegio para coordinarnos y saber qué tipos de apoyos iban a ofrecerle en el aula. Pues me podía haber ahorrado la llamada. En resumen, en su opinión lo que hay que hacer es sacarle del colegio. Tristemente, me suelo encontrar con este tipo de soluciones.
El TDAH es una de mis grandes limitaciones. Yo tampoco sé muy bien como enfocar el tratamiento de mis pacientes. Aunque mi labor no sea mejorar las capacidades atencionales de mis niños y niñas, para que mi tratamiento se desarrolle adecuadamente, es necesario que controlen y mantengan su atención. No suelo encontrarme con despistados y despistadas constantemente. He de decir que mis niños y mis niñas (hablo ahora de los que tiene déficit de atención) no parecen tener dificultad alguna durante la sesión. No es mérito mío, sino que sencillamente es más sencillo controlarle y motivarle en sesión individual.
Aunque a veces lo de la motivación sí que me deja preocupada. Hoy uno de ellos me decía: Rebeca, ¿No puedes darle unas clases de matemáticas a mi profesora? Yo le he respondido que su profesora es mejor que yo enseñando matemáticas que yo sólo ayudo con el cálculo y la resolución de problemas . Él me ha contestado que aunque no sea profesora aprende más conmigo que en el colegio. ¡Y yo he engordado 20 kilos de felicidad!
Contaría más cosas de mi trabajo pero otro día que hoy ya estoy cansada de divagar. Aunque, no me quiero ir sin dejar claro que me encanta mi trabajo, todos los días es diferente, me tengo que replantear cuestiones de mis tratamientos y disfruto muchísimo y aún aprendo más.
El jueves, por cierto, empiezo las prácticas del C.A.P.

Multitud de responsabilidades

Reuniones:

Martes 23
Miércoles 24
Jueves 25.
Así andamos en lo laboral.

No me lo exigen pero mi labor como logopeda creo que conlleva la coordinación con el resto de profesionales que están implicados en la educación del niño. Evidentemente, no todos esos profesionales son de la misma opinión.

Y yo queriendo ir a ver a El cuarteto de Nos, Ojos de Brujo, Teatro de la Zarzuela, Sala Cuarta Pared, etc.


Claro y mis días tiene 30 horas.