La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Mis pesares, mis entretenimientos, etc.

Hoy me acuesto agobiada, muy agobiada.
Siempre he tenido mil obligaciones y he podido con todo.
Pero esta vez tengo miedo de no poder estirar las horas y de no ser capaz de hacer todo.
Menos mal que hoy duermo donde mis padres,
a veces me hincho a llorar para quitarme de encima el estrés.

No es sólo las reuniones y el C.A.P. Es acostarse pensando en por qué alguno de mis niños no avanza más rápido, por qué razón otro no generaliza los aprendizajes, qué pasa por esas cabecillas para que no procesen el lenguaje como deberían, por qué se les ve tan infelices a veces. De verdad, duermo mal algunos días dándole vueltas a tantas cosas. Me levanto de la cama, tomo notas de lo que se me ocurre, soluciones pasajeras o permanentes, objetivos de tratamientos, líneas de evolución, actividades novedosas,...

A veces me siento insignificante ante mi trabajo, insignificante y desarmada.

No hay comentarios: