21:17 hoy me toca coger el autobús número 70 pues voy a casa de mis padres a cenar (y a exiliarme debido a mis múltiples compromisos). Llevamos ya un tiempo esperando, la gente está cansada y se nota en la impaciencia con la que desesperan. Hay mucha tensión, quejas y malas palabras durante ese tiempo.
Viene el autobús, la situación no mejora. Protestas ante el conductor y empujones a la subida. La señora que asciende detrás de mí quiere avanzar hasta el fondo, yo también lo deseo pero no a cualquier precio. Con una sonrisa, le pregunto a la señora que está delante de mí si me permite el paso. Ella, una señora de avanzada edad, me dice que en cuanto se pare el autobús lo intentará. Está agarrada a la barra como si la vida le fuera en ello. Le respondo que no se preocupe, que puedo esperar y que no se agobie.
Evidentemente la impaciente señora que sigue detrás de mí, me recrimina mi actitud: "pues con esos modos no vamos a llegar hasta el fondo". Prefiero ignorar esas palabras y de nuevo insisto en que la señora mayor no se agobie, que no pasa nada y que entiendo que no pueda darme paso.
El autobús está lleno de personas que amablemente podrían ceder el asiento a esta anciana, que se aferra a cualquier objeto para no caerse. A mí me entran las ganas de decirle a alguien que se levante pero me las ahorro, puede ser que me gane un tortazo o alguna mala contestación.
Ayudo a la señora mayor a andar a lo largo del pasillo y con ello la Impaciente logra dar esos pasos que parecían eran de vital importancia. Yo entiendo ese afán por ir hacia el fondo cuando el principio del autobús está repleto pero creo que hay que hacerlo con amabilidad y delicadeza.
Vamos avanzando, yo dando las gracias cada vez que alguien me cede el paso (y sonriendo a la vez), la Impaciente refunfuñando.
Mi amiga la hostil se baja del autobús unas cuantas paradas después. No sin antes descargar su ira con una chiquilla que estaba arrinconada al lado de la salida: "pero no ves que estás molestando". La chica en esos momentos hubiera deseado los poderes de la invisibilidad y alguno más, pero es que no podía retirarsemás. No es lo mismo chillar lo que este personaje dijo, que comentar "Gracias por intentar no estorbar, de verdad que con lo que ha tardado el autobús mejor no se puede hacer".
Yo sigo en el pasillo al fondo aún me quedan paradas que soportar. La gente quiere pasar por detrás dé mí para acercarse a la salida. De las seis personas por las que me retiro (para dejarles paso) sólo una, atención una (la unidad) me da las gracias.
No entiendo qué cuesta ser amable, no hablo de ser cursi, sólo amable. Una sonrisa, una mirada de complicidad que le diga a la persona que está enfrente "vamos incómodísimos todos". Palabras mágicas para que todos nos sintamos mejor, para que la convivencia sea más agradable. Yo es que no entiendo actuar de otra forma.
Me siento una antigua reclamando estos procederes, pero creo que todos seríamos un poco más felices. En el fondo, si me siento a analizar por qué están cambiando esas formas de comportamiento creo que acabaría llorando, demasiadas cosas inciden en eso, pero creo que el grado de infelicidad al que está sometido la gente tiene mucho que ver, la infelicidad, la falta de empatía y algunos aspectos más que deberíamos pararnos a mirar.
Por favor, mañana en el metro, en el autobús o en el tren, intentad regalar una sonrisa y algún gesto amable. Será un bonito modo de comenzar el día. Por mucha prisa que tengamos, mucho estrés que soportamos, etc. no nos hagamos autómatas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario