La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Movimientos

Tus ojos son bruma y heridas.
Exploré más allá del dolor que destilas.
Múdate a mis abrazos,
entre mi pecho y mis manos,
regado por mis sueños.






Aprendiendo

El misterio de la vida es arrancarse la ropa a carcajadas,
dejar los reproches, donde nadie los oiga, fuera de la cama.
Valorar la magia de lo cotidiano,
sin buscar hazañas constantemente,
la aventura de hacer la compra de tu mano,
y echarse la siesta diariamente.
Descubrir que sobra la purpurina,
conjurar hechizos mientras se mira en la misma dirección (La Maliciosa),
compartir queso, aceitunas y picos
mientras gano al Tute o al Chinchón.
Porque algún día ya no quedara nada,
quizás nos falten hasta los recuerdos
y sólo quedará lo vivido, lo disfrutado y lo amado.



Emulando a Bécquer

Déjalo marchar,
sinónimo de elegir felicidad.
Déjalo partir,
toca pararse, respirar y sentir.
El tiempo,
la pausa,
que no se escapen más momentos,
que no me falte más el aliento.
La decisión,
el regalo,
y una taquicardia que ya no siento,
ante un sino que era esperpento.

https://www.youtube.com/watch?v=G5Mla9Zbfb8

Sentencia

Ahora te estallarán los besos que me robaste,
sin permiso, a tientas y a hurtadillas.
De tu boca a la mía enjambres de diferencias
y lluvia ácida sobre los recuerdos.
No necesito escribir mi confesión,
la tengo tatuada por todo el cuerpo.

Mi trayecto

Te conocí un miércoles del mes de marzo. Al mediodía te subiste en mi taxi y pronunciaste tu destino: el puerto de la Morcuera. A pesar de que me extrañara ese destino, arranqué dispuesta a cumplir la petición.
Orienté mi retrovisor, era un taxi compartido y mi compañero medía algunos centímetros más que yo. De repente observé una sonrisa luminosa y linda con la que me emborraché. De la radio surgió una canción alegre y enérgica, pareció aparecer un gesto de aprobación en tu cara y subí el volumen, provocando un tímido "gracias" dislocado en tu boca.
Fue hora y media de recorrido. Llegamos al sitio indicado, pagaste el importe y descediste del vehículo. A mí me tocó volver hacia Madrid con la extraña sensación de dejar escapar una aventura formidable.
Una hora y pico más tarde, un señor distinguido levantó su mano para solicitar mis servicios en la calle Bravo Murillo. En cuanto se acomodó en el asiento me hizo saber que alguien se había dejado una cartera. Lo llevé a su destino y, finalizado ese trayecto, debía dar contigo.
Y te encontré.
Ya no te pierdo.

Cerremos puertas

Quiero que me mires,
                 de frente,
ahora puedes ver esta última lágrima
que derramo lentamente
por esta mejilla que ayer rozaste.
Quiero que me escuches,
                   con atención,
ahora puedes oír esta última palabra
que pronuncio delicadamente
en esta boca que ayer besaste.
No tomes esta mano,
no abraces esta cintura,
no busques este cuerpo.



Una persiana

Nuestra historia comenzó a través de un cristal.
Yo estudiaba en la cocina una mañana: música y un ordenador.  En mi piso compartido no nos habíamos preocupado de colocar ni cortina ni estor ninguno y yo podía disfrutar de una inmensa luz y, al mismo tiempo, de una vistas increibles de un patio de luces.
De repente miré hacia el frente y te vi, estabas colocando una persiana nueva en  un edificio con el que compartía espacio interior. Tenías el pelo corto y negro, espaldas anchas, barba de un par de días y una capacidad de concentración asombrosa. Durante los diez minutos que estuve clavada en aquella ventana, no levantaste ni una vez la vista para observar tu alrededor y... ¡Menos mal!
Tuve que volver a mis obligaciones: informes y estudios.
Al cabo de un par de horas, me tomé un respiro y bajé a dar una vuelta por el barrio. ¡Cuál fue la sorpresa al ver una furgoneta aparcada en la puerta en la que una cuadrilla metía varias herramientas!
De la parte trasera apareció una voz que lanzó una pregunta al aire: "- ¿Qué música escuchabas?-". Me costó un par de segundos darme cuenta de que esas palabras iban dirigida a mí, de hecho, mientras respondía una sensación profunda de rubor me coloreaba los mofletes. Respondí:"- Rap-". Y una risa estruendosa llenó mi barrio, "-No te pega nada, con esas gafas de pasta que gastas- "- dijiste al instante. "- Soy una mujer llena de contradicciones-" te espeté-. "-Pues me encantaría conocerlas todas-" respondiste. Y aquella frase nos llevó al bar más cercano y al futuro que ahora compartimos.


Jugar

El tablero dibujado sobre tu cuerpo, cada movimiento abandona una caricia en tu piel. Caricia que se transforme en escalofrío. Escalofrío que finaliza en forma de jadeo.
Jadear, respirar de forma contenida, liberar endorfimas, dejar de pensar.

memoria

Recuerdo haberte hecho el desayuno,
recuerdo haberte leído cuentos debajo de una manta,
recuerdo haberte abierto cerraduras,
recuerdo haberte cogido de la mano y saltar el obstáculo,
recuerdo haberte secado una lágrima,
recuerdo haberte amado,
recuerdo tu nombre.
Olvidé hacerme el desayuno,
olvidé leerme cuentos debajo de una manta,
olvidé abrirme cerraduras,
olvidé saltar obstáculos,
olvidé secarme una lágrima,
olvidé amarme,
olvidé mi nombre.

Hilos

Cuente la leyende que existe un hilo rojo que une a los amantes que están destinados a encontrase.
La leyenda silencia el final de dichos amantes: ella lleva la boca cosida con dicho hilo y él el hilo anudado fuerte a la garganta.

La indicada

Voy a besar tu ira,
Arrancar tu agonia,
borrar tus miedos,
los te secan las caricias,
los que te dejan ciego
sin ver mi sonrisa.
Voy a aniquilar tu dolor,
pintar tu angustia,
alejar tu rabia,
la que te roba palabras,
la que escupe silencios.

Necesidades

Tú eres el hambre,
en los ojos, en las manos y en el sexo.
Yo soy la sed,
en la mirada, en el tacto y en el sueño.
Imposible saciarnos
imposible sanarnos.

A bailar

Volver a batir las alas,
con más fuerza,
con tanta energía que se muevan otros corazones
y acompañen este camino que es la vida.