La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Aprendiendo

El misterio de la vida es arrancarse la ropa a carcajadas,
dejar los reproches, donde nadie los oiga, fuera de la cama.
Valorar la magia de lo cotidiano,
sin buscar hazañas constantemente,
la aventura de hacer la compra de tu mano,
y echarse la siesta diariamente.
Descubrir que sobra la purpurina,
conjurar hechizos mientras se mira en la misma dirección (La Maliciosa),
compartir queso, aceitunas y picos
mientras gano al Tute o al Chinchón.
Porque algún día ya no quedara nada,
quizás nos falten hasta los recuerdos
y sólo quedará lo vivido, lo disfrutado y lo amado.



No hay comentarios: