La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Secretos de mi trabajo

M. llegó a nuestro gabinete hace 9 meses, tenía tres años y 8 meses. Presentaba un retraso severo del lenguaje. M. manifestaba dislalias múltiples. Quizás esto no era lo princial. Lo más importante era el excaso vocabulario expresivo con el que contaba y la inexistencia de estruturas lingüísticas para comunicarse. M. sólo se utilizaba alargamiento vocálicos con lo que no lograba trasmitir ni sus pensamientos ni sus sentimientos. Los padres estaban bastantes preocupados, en especial, por la dimensión social del niño. Los compañeros de M. le daban de lado porque no le comprendían.
M. ayer me dijo que quiere se contador de historias. A mí me parece increible.
M. ha mejorado notablemente el aspecto léxico y morfosintáctico del lenguaje. Sus emisiones son mucho más productivas al ser capaz de utilizar todo tipo de oraciones (sencillas y complejas). Además su vocabulario expresivo ha aumentado considerablemente.
Nada más salir del colegio, la madre de M. se dio un golpe con la puerta del coche. La única preocupación de M. era quién llevaría el coche hasta el gabinete porque él me tenía que contarme todas sus Navidades (llevaba 15 días sin verle).
M. ahora es un charlatan, en las asambleas de clase participa como los demás y éstos entienden lo que les cuenta. Además las relaciones sociales con sus compañeros son excelentes.
En la actualidad, sólo nos queda seguir progresando en articulación. Con M. no podemos hacer corrección directa, sólo podemos usar el moldeado por el riesgo que tiene de desarrollar una disfemia (nos llego con algún bloqueo clónico que eliminamos pero de los que hay que seguir pendiente).
M. ha desarrollado lateralidad cruzada. La lateralidad cruzada es uno de los indicadores de posible trastorno de la lectoescritura. Ahora está aprendiendo sus primeras letras por lo que a la vez tenemos que hacer una tratamiento de prevención de la dislexia.
Estos padres tienen recursos económicos suficientes para poder pagar un tratamiento logopédico ìndividual y privado. Pero no todos los padres pueden permitírselo.
Los logopedas que trabajan en la sanidad pública son excelentes pero comprendo que intentar reeducar a 8 niños a la vez, pues tienen sesiones grupales conpatologías de los más diversas es sumamente complicado. Acaban teniendo que dar recetar, es decir, interviendo de forma monótona y automática. Tampoco tiene muchas más opciones.
El mundo nos vuelve a mostrar sus injusticias.

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