La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

P. y su lucha con las letras

P. es otro de esos niños que me hacen los días más amenos en mi trabajo. P. lleva 8 meses recibiendo tratamiento logoopédico Comenzó el tratamiento por un retraso moderado del lenguaje. No emitía los fonemas [k], [g], [d], [l], [r], ni los sinfones. Su morfosintaxis tampoco estaba en la media correspondiente a su edad. No era capaz de ordenar correctamente los elementos que formaban una oración y tenía muchas dificultades para planificar lo que quería decir. Mi intervención debía centrarse en el lenguaje oral. La comprensión lingüística era adecuada, respondía a las preguntas que le planteábamos y era capaz de ejecutar correctamente las consignas que le pedíamos.
P. tenía en aquel momento 4 años y medio, pero dado que acude a un colegio bilingüe (español-inglés), tan sólo le quedaba un mes para comenzar el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura.
La inmadurez que P. presentaba en su lenguaje, se veía reflejaba en otras áreas de desarrollo. Hemos de decir que P. tiene dos hermanas, una de 13 años y otra de 16. Es decir, recibía mimos y atenciones de toda la familia que le seguía tratando como a un bebé.
Siempre, cuando comienzo el tratamiento, tengo una reunión con la profesora de mi paciente para tener más información del niño. En especial, en lo que respecta a su dimensión social y a la capacidad atencional.
El encuentro con la profesora de P. me confirmó lo que yo había observado en la sesión de evaluación, era un niño muy inquieto. La profesora me comentó que estaba desesperada, no había forma de que aprendiera ni los números ni las vocales. Por lo que, dado que ya tenían que empezar con la lectura de sílabas directas, dudaba mucho que ese fuera el colegio ideal para el niño.
Mi labor no era enseñar a P. las vocales ni el resto de objetivos escolares. Pero soy cabezota y me puse a ello. En parte, creía que P. no aprendía las vocales porque se aburría con los métodos del colegio. No le motivaban. Al fin y al cabo con 4 años y medio eres todavía muy niño como para aprender sentado en una mesa, sin jugar.
Nosotros jugamos con las vocales. No fue instantáneo pero a las ocho sesiones de logopedia, conocía las vocales a la perfección y los números.
Todo los días P. salía del colegio con deberes, fichas que no le habían dado a tiempo a hacer en clase y debía acabar en su casa. Los días que acudía al gabinete, las trabajábamos juntos. En la consulta, no tenía problema alguno para ejecutarlas adecuadamente.
Evidentemente, una vez hubo reconocido las vocales, pasé a la grafía de las mismas. No sin esfuerzo, lo logramos.
Los padres de P. tampoco trabajaban mucho con él en casa. Miedo me daba el período vacacional. En junio el niño era capaz de articular todos los fonemas de forma aislada, aunque el fonema [r], aún no lo había generalizado a su lenguaje espontáneo. Antes de las vacaciones de verano, decidió volver a ponerme en contacto con el colegio. Estaban contentos con la evolución, aunque en lectura y en inglés iba algo retrasado respecto a sus compañeros. Yo me había implicado en lo de la lectura pero el inglés ni pensaba tocarlo.
P. volvió en septiembre y tuve, de nuevo, una reunión en el colegio, esta vez con su profesora y la directora de infantil. La reunión fue complicada. Comentaban que P. no era un niño para ese colegio, su argumento era que le costaba mucho aprender y durante este año tenía que seguir con la lecto-escritura y lo veían imposible. Evidentemente, reconocí que P. era un alumno difícil con un ritmo de aprendizaje dispar al de otros niños, pero que también adaptando un poco su metodología conseguirían mayores logros.
Me comentaron el método con el que trabajaban la lecto-escritura, el fotosilábico de Palau. Dado que debo ser muy tonta, comenzaron a justificarme por qué usaban ese método. No hizo falta que acabaran la explicación, entiendo ese método (aunque creo que los hay mejores) para un colegio bilingüe. Sin embargo, les comenté que creía que P. no iba a ser capaz de hacer las inferencias necesarias para aprender a leer con ese método.
Durante septiembre y octubre, seguí con mis objetivos del lenguaje oral. Yo no podía ayudar en la lecto-escritura porque mi método es tan diferente que no iba a hacer nada más que liarle al pobre. Hacíamos tareas de grafismo, pero nada de reconocimiento de sílabas.
Un día P. se puso a llorar en mi despacho. Me comentó que la profesora no le llevaba a su mesa como a los demás niños a leer. Hasta ese día P. nunca había sido infeliz en el colegio, a pesar de no ser "el mejor" en nada. Pero ese día lloraba amargamente.
Nos pusimos a ver qué era capaz de hacer y cero patatero. Sólo reconocía la vocal de las sílabas directas que había visto conmigo.
Luego llegó la madre a recogerle. Me comentó que P. todos los días desde mediados de septiembre, salía del colegio con una cachito de papel el bolsillo de su camisa, donde ponía las hojas que no había sido capaz de leer en clase. Estábamos a finales de octubre y la madre estaba desesperada.
Yo le comenté mi idea, mandábamos a la mierda al método fotosilábico y yo me ponía con la lectura a mi forma. La madre estuvo de acuerdo. Evidentemente, me puse en contacto con su profesora y lógicamente les pareció una mala idea cambiarle de método. A mí me dio igual. Estaba demostrado que P. no iba a aprender a leer así.
Por decirlo de alguna forma, mi método es fonético-gestual. No utilizo libro por lo que no sé ni muy bien como explicarlo. Vamos aprendiendo los grafemas y a cada grafema le asociamos varias sensaciones perceptivas (qué hace la gargante les digo, qué hace la boca) y un gesto (parecidos a los que venían en el micho). Nunca aprenden el nombre de la letra sino el sonido que hace esa letra en el lenguaje, es decir como habla esa letra. P. aprendió bastantes grafemas a lo largo de las dos últimas sesiones de octubre. Le colgaba los cartelillos de las letras por el despacho e iba corriendo de uno a otro en función del que le pidiera yo. Estaba emocionado y yo con él.
En el método fotosilábico hay una foto de una mano encima de la sílaba ma. Hasta ahí P. lo hacía bien, el problema venía que luego la foto desaparecía y no leía ni ma ni me ni nada. De hecho, debajo de la foto de túnel, P. leía pu porque para él era un puente. No era método para él yo ya lo dije.
Conociendo algunos grafemas consonánticos y todos los vocálicos decidí inducirle el silabeo. No bastó con decirle lllllllllll y aaaaaaa y él infería "la", noooo nada de eso. Nos inventamos otra forma, nos costó dos sesiones enteras y alguna lámina para poner en la cocina y el baño de su casa. Pero, lo logramos. Y ahí está leyendo cosas como "Rebeca es una pesada" o "Mi papá me mima" (que los papás también pueden mimar) y se ríe. Y todos los días pregunta qué letra vamos a ver. Él sigue con su papelito de deberes en la camisa. Todos los días que le veo, cojo el papelito y lo tiro. Para que hagan el paripe en casa y la madre se desespere, ya practican lo que le mando yo que por lo menos aprende.
Sólo nos quedan tres letras: g, ñ y la z. Está logrando hacer dictados de sílabas directas y en el colegio han comentado que está avanzando mucho en lectura y escritura. Por cierto, entre letra y letras, aprendemos a sumar.
Evidentemente, con P. yo lo tengo más sencillo al estar solos los dos en el aula. Pero sólo le veo una hora y media a la semana. Yo habré cometido errores un P., seguro, hay veces que le he exigido más de lo que podía o bien menos de lo que debía. Pero, sobre todo, estamos avanzando un montón. La madre siempre dice, de broma, que si pudiera hacerlo sacaba al niño del colegio y me lo traía todo el día a mí.
Yo voy a las reuniones a los colegio a oírles a ellos como se quejan de mis niños y también a que ellos me escuchen. Ya tengo algo de experiencia con estos chiquillos como para saber qué método de lectura va a resultar y cuál no. Lo que no puede hacerse es apartar a un niño de las actividades de clase y dejar que todo el trabajo lo hagan en casa o en el logopeda.
De todas formas, yo he derivado a P. al neurólogo. Hay ciertas conductas que me preocupan y quiero descartar cualquier problema neurológico que pueda interferir con su desarrollo.
El lunes tengo que llamar al colegio a ver qué me cuentan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo siempre he sido poco partidaria del Método Palau... pero el año pasado tuve que emprender la lecto-escritura con una niña S.Down de 5 años, con la que no había forma humana que se arrancara a leer.
En su clase, constructivismo, también se intentó con método global, fonético... IMPOSIBLE!!
Y, armándome de valor, decidí adaptar la cartilla Palau a la niña.
1er paso: todo mayúsculas
2º paso: buscar imágenes significativas para ella (un trabajo de chinos)

Te he de decir que comenzó a leer rapidísimo, es lo mas increíble que me ha pasado nunca!!
Una auténtica bala!! Que alegría tan enorme...
Nunca hubiera imaginado ese avance, esas ganas por aprender, por saber "que pone", en todos y cada uno de los letreros!!

Bueno, lo de la escritura es otro cantar... allí anda (otra a maestra de A.L.) esperando que suceda el milagro (eso sí, con ordenador escribe todo lo que quieras)

Así que yo tampoco soy partidaria de defender un solo método.
Cada niño es un mundo y necesita distintas cosas, distintos materiales, distintas metodologías..

Ánimo con tus niños, haces una labor increíble

Un ico

la punta de mi lengua dijo...

Gracias por añadir una experiencia profesional propia a este mundo tan chiquito que manejo yo. Mil gracias. Quizás, dentro de poco, tenga que pedirte consejos con alguna cosilla que no solucione.
El problema principal de este niño en el entorno escolar es que se quieren deshacer de él, sea como sea.
Una pena, pero ya sabemos todo lo de los colegios elitistas.
Gracias de nuevo.