La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

La mofeta

Era amorfa, maleable, maloliente.
Así era la mofeta.
Aislada, herida y maltratada.
Así era la mofeta.

Y un día se enredó entre las ramas de la lavanda.
La lavanda nunca más la soltó.
La lavanda sólo la cuidó.
La mofeta creyose dichosa,amaba a la lavanda. Mas este pobre animal nunca más recuperó su alejada libertad.

2 comentarios:

Susana Peiró dijo...

Aislada, herida, maltratada...yo diría que muy vulnerable.

Triste destino el suyo...la seguridad de la lavanda, finalmente fue su cárcel.

la punta de mi lengua dijo...

Cárceles que contruímos de forma insconciente y de las que luego no somos capaces de escapar.