La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

La mentira

El óxido se poso en mi lengua como el sabor de una desaparición.
El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido y no acepté otra conducta que la imposibilidad.
Como un barco calcificado en un país en el que se ha retirado el mar,
escuché al rendición de mis huesos depositándose en el descanso.
Escuché la vida de los insectos y la retracción de la sombra al ingresar en lo que quedaba de mí.

Antonio Gamoneda.

No hay comentarios: