Desabróchame los miedos y ábreme los sueños,
que de tu cuerpo al mío sólo quepan las ganas
de rodar por el suelo y de jugar con denuedo.
Desabróchame los labios y desgástame los abrazos,
para que el decoro no quiera descubrir
las pieles sudadas ni las miradas manchadas.
Manos que se aceleran,
tus latidos y mis latidos.
Caderas que se rebelan,
tus gemidos y mis gemidos.
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