Voy a seguir soñando con menos miedo en los bolsillos y más ilusión en los párpados.
Sé que me dolerán las manos y se me contracturará la espalda, pero tengo las reversas de analgésicos llenas con los abrazos de la gente que me quiere, que tiene la palabra exacta para animarme e inyectarme seguridad.
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