La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Lección II

Adelante, ponte cómodo, esta es mi cama. Desnúdate. Te necesito con menos ropa y más pasión.
La lujuria está impregnada en mis sábanas y se va a colar por los poros de tu piel, esos mismos que luego voy a lamer delicada y pausadamente.
No voy a dejar que descanses, que te relajes o que te calmes; para que cada uno de mis movimientos sean respondidos con jadeos precisos de tu boca.
Te tengo justo donde deseo y vas a compartir conmigo instantes sublimes. Olvidarás el lenguaje y sólo te quedará la retina para rememorarlo.
Si lo deseas, podemos repetir, si puedes, si quieres.

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