La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

De un pasado que ya no es

De un pasado que ya no es,
vienen a importunarme flores secas y olores nominativos,
tu piel en las sábanas y tu colonia por toda la casa.
De un pasado que ya no es, pero fue mi pasado.
No todo lo elegí, mas todo lo viví como si cada instante fuera único y especial
porque así surgía de mí,
de cada uno de los poros que me constituyen y de cada una de las fibras que me dan forma - o me deforman-.
Este pasado que ahora se aleja de mi presente,
es un pretérito que no deseo olvidar.
Ansio que siga pasándome lista todas las mañanas para decirme que estuve viva y que el sueño tenía el sabor dulce con el que yo lo recordaré.
Por suerte, tengo una foto tuya de dimensiones reducidas que puedo tragarme para que se adhiera a mis vísceras como han hecho ya tu mirada y tu voz.
Dispongo, afortunadamente, de un millón de fotogramas con los que seguirás estando a mi lado y que pondrán mi piel de gallina,
como ayer provocaban tus caricias y tus besos.
De un pasado que ya no es, que me ha robado mi futuro e infinitos proyectos que jugueteaban en mi cabeza, donde tu sonreías, donde yo sonreía.
De un pasado que ya no es, que no ha logrado exiliar mis mariposas.
Mariposas que revoloteaban en mi estómago y escribían con sus alas tu nombre en mi vientre.
De un pasado que ya no es, pero que no consigue caducar este amor que siento, aunque sí me coloca una mordaza para que silencie mis gritos y mis ganas.

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