La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

En tus manos

No me dejes sola en esta oscuridad que se me antoja confusa y desesperante.
No fuerces la maquinaria de la desdicha ni exprimas las lágrimas de mis ojos.
No tuerzas los caminos para que finalicen en un precipicio que me haga caer y morir.
No retires tus brazos de mi espalda.
No me hagas daño,
no quiero arrepentirme de la apuesta que hice hace tiempo.

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