La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Dudas con azúcar

Mi corazón que se agita porque quiere besarte y, al mismo tiempo, quiere huir un instante para imaginar la soledad que invita a pensar sin lastre y a volar sin miedo.
Las legañas, que se enfrentan al espejo, pesan más que ayer y los problemas parecen colocarse en el colchón para clavarme los muelles todas las noches. No hay descanso, no hay reposo.
Sé que he dejado caer mis sueños de mis bolsillos pensando que así caminaría más ligera. Pero, los pasos que ahora doy son más inseguros y han perdido el sentido.

No hay comentarios: