La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Secretos a dos voces y un cuerpo

Revuélcate a mi lado y unta toda tu energía sobre mi cuerpo.
Los besos que se despreden de tu boca son mi alimento
y, con cuidado, los digiero,
y, con pasión, los espero.

Acércate, no vayas de puntillas,
quiero que hagas ruido.
Colócate donde casi llege a tocarte, desnudo.
No susurres nada,
cumple lo que yo te pido,
hambre iré yo haciendo,
deseo que se va oliendo.

Te veo, me deleito en la visión de tu pecho
y cada exhalación es una pista del camino a recorrer,
de los movimientos que nos quedan por hacer.

Después sólo tú y yo sabemos lo que ocurre
y no me quedan palabras para relatarlo,
porque tengo que guardar fuerzas para repetirlo.

1 comentario:

Un niño cualquiera dijo...

Preciosos versos, compañera ;)