La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Porque no escribo

Últimamente parece ser que la gente que me aprecia se está preguntando a qué se debe que no escriba. No busquen extrañas explicaciones, sencillamente es que no tengo tiempo. Bueno, quizás, sería más correcto decir que el poco tiempo del que dispongo lo prefiero invertir en asuntos más interesantes: amigos, familia, ocio, cariño, abrazos, apoyos, etc.
La verdad es que en el gabinete estamos a tope. Mi jefe y yo a un ritmo de dos valoraciones semanales, más nuestros pacientes. Todo esto implica unas 46 horas semanales de trabajo. Las pocas mañanas que tengo libres las ocupo en tareas domésticas, tranquilos paseos e informarme sobre diferentes cosas que quiero iniciar. Sin olvidar, la búsqueda de casa que también lleva su tiempo.
En conclusión que no dispongo ni de un segundo para sentarme tranquilamente y disfrutar de la escritura como se merece. Pero no se impacienten, que volveré a caminar entre palabras.

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