La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Felicidad

A veces siento que la vida que estoy disfrutando no me corresponde.
No me cabe tanta dicha en mi pequeño cuerpo.
Ando entre idas y venidas con una mochila a cuestas.
A la vez, preparo otra para un viaje que pinta estupendo.
Me voy a Japón, con el mejor compañero que pude imaginar.
¡Quién me iba a decir a mí que en este tiempo iba a haber volado tanto!
No hablo de los kilómetros que he recorrido este año, que también, sino de los feliz que he sido con las gestan más minúsculas.

1 comentario:

Rafael García Librán dijo...

Es curioso...
Llevo unos meses pensando que si la justicia cósmica existiese debía haberme caído un piano en la cabeza hace ya tiempo...

Menos mal que cada vez creo en menos cosas. Y más en otras

besos!