La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Si me lo permite, discrepo

Mi forma de sentir, diferente de ti,
no se comprende.
Pasado ya tanto tiempo
sigue siendo la astilla que se clava
la vena que estalla.
En las paredes hemos escrito mis desatinos,
subjetivos, corrompidos,
fueron muchos y ahora escupidos
por tu boca
no duelen
aunque tal vez dislocan
las letras que predicen tu futuro.

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