La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

La frontera entre siempre y jamás

El corría nunca le enseñaron a andar.
Ella huía de espejismo y horas de mar.
Aeropuertos unos vienen, se van.
El valor para marcharse,
miedo a llegar.
Dejarse llevar suena demasiado bien.

- Un fragmento de Copenhague, Vetusta Morla-.

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