La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Adorable

Es mediodía. Abro los ojos, muevo mi cabeza hacia la derecha y veo tus ojos luminosos y vivarachos. Me gusta despertarme y observar que la felicidad no ha huído sino que, al contrario, descansa conmigo.
Enredada en tus rutinas y en tus amaneceres, me siento dichosa. La sonrisa me conquista cada vez que me ofreces un beso.
No obsequias en días señalados. Coincidimos en lo esencial, porque me regalas mucho más: instantes memorables y pequeños gestos que perduran en mi rutina.
¡Gracias por ser conmigo, todos los días, sin condiciones, sin aduanas, con generosidad, con proactividad!

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