La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Ahora sí sé bailar

Disfruto del silencio que nos cubre estando tumbados uno al lado del otro, de ese silencio que sólo se ve interrumpido por un músculo que se mueve para diseñar un abrazo.
La vida se paladea en pequeños sorbos y mientras pueda disfrutarlo voy a beberme hasta el último trago. ¡Voy a bailar hasta que se agote la música!

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