La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Promesas I

Un dulce todos los meses: escaparme, desaparecer de Madrid al menos una vez al mes. Para reencontrarme con los pequeños placeres cotidianos: el olor a leña, una partida de mus en el bar del pueblo, un libro a medianoche, un desayuno con el sol tostándome la cara, un beso perdido, etc.

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