La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Las clases de recuperación

Fui un corazón de paja, con los miedos amarrados de tal forma que caminar era imposible para mis débiles piernas. Estaba estancada frente a esa ventada donde nada podía aprender, donde nada podía observar.
Un día una ráfaga de viento me arrancó todos los miedos. Al principio sentí frío, me había acostumbrado a vivir de esa patética manera. Sin la carga, experimentaba una sensación de ligereza que no sabía si iba a saber dominar.
Supe. Mi corazón sanó.
Coloreé de nuevo mis alas y me llené el pecho de calor. El pasado ya no podía impedirme vivir las ilusiones y disfrutar de los sueños. El pasado ya no juega en mi contra. Simplemente se ha convertido en una asignatura que ya tengo aprobada con sobresaliente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso es avanzar, y lo demás son tonterías. Me alegro mucho por ti :-)