La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

A veces es mejor silbar

A veces, por las noches, el pasado te hiere y empieza una hemorragia que no puedes detener. En determinados instantes sientes que la soledad es menos dolorosa, porque no tienes que combatir las palabras de los otros ni los juicios de los otros.

En ese precioso momento, te levantas del suelo, te pones frentes al espejo y te dices:

"Fui lo que fui y soy lo que soy. Trabajo me ha costado llegar a donde estoy. No pienso agachar la cabeza nunca más. Si no me van a permitir caminar, disculpen que no me levante, no me molesten y déjenme pasar".

Después empieza a sonar Ley de Gravedad

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