La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Hoy

Hoy he tendido mis miedos al sol,
no espero que se sequen,
sino que venga una ráfaga de aire y se los lleve
lejos,
donde ya no los sienta,
donde ya no los huela.

Hoy pretendo que el tiempo sea aliado
y no enemigo.
Hoy quiero que la memoria no me traicione
y me tome de la mano
y me diga: tranquila, todo pasará.

Hoy me desnudo ante ti,
débil y anodina,
amorfa y descompuesta,
inconclusa y putrefacta.
Para vestirme con olas de abrazos,
compactas balas de besos
y guerras de almohadas.

Porque no quiero comenzar a morir.

No hay comentarios: