Mi vida dolorida,
pero aún dispuesta a jugar.
Las nubes volverán a descargar,
nunca me importó mojarme,
deseo empaparme
de ti,
de mí,
de noches en vela
y tus manos por condena.
Afixiados cada sesenta minutos,
que es el intervalo que transcurre
entre tus besos y mi taquicardia.
120 pulsaciones,
400 secretos
e incontables estrofas.
Gente que transita,
mientras tú y yo aún nos perseguimos.
El trivial, el ajedrez,
somos cuerpos lúdicos.
Bis, bis, bis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario