La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Delicias matutinas (y onduladas)

Aunque te duela,
aún te desprendes de mí.
Entiendes, entendemos y entiendien que entre tus ansias y las mias sólo hay un aluvión encolerizado de miedo y vergüenza.

Por eso, ayer que nos vimos, que nos sentimos, que
respiramos las esencias del otro, tembló la tierra.


Muy buenas noches,

mi querido amigo,

hoy no duermo contigo

pero, ahora,

duermes en mí.

¡Estas noches no nos pueden faltar! Presente la pasión, bien dipuestos los sueños, preparados los cuerpos. Tejiendo la libertad que da el placer desmedido y no podrido.

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