La punta de mi lengua: no soy docil, no lo quiero
La punta de mi lengua
Lo dejé marchar y no me arrastró.
Ray Loriga. Madrid, besar llorar
Y al final sobre estos suelos que pisamos, no quedan más que los besos que dimos y las lágrimas que los cubrieron. Y tal vez la esperanza de besar, aquí mismo, de nuevo.
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