La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Sobre perdones

Aclaración: antes de ponerse a la defensiva lean hasta el final.


Cada uno perdona lo que quiere.
El que ha errado ha de asumir sus responsabilidades y no exigir el perdón.
Exigiendo aún se consigue menos.

La única forma de que no puedan echarnos en cara grandes errores,
es no comenterlos,
o que no se enteren.
Si acaso te pillaron,
no queda otra que agachar la cabeza.

Si acaso cometiste un error,
te perdonaron,
te quisieron y demás pamplinas.
Lo justo es no volver a fallar.

Esta historia, no va para nadie en concreto, aunque la idea sí me vino por una persona en particular. Esta historia puede ser mismamente para mí. Porque a mí también me perdonaron y yo volví a fallar, así que ahora que yo quiero volver a estar cerca de esa persona no me queda más que luchar por su perdón sin poder cuestionarle por qué no lo ha olvidado todo. No puedo reprocharle que actúe con sigilo. Sólo puedo esperar que quiera confiar de nuevo en mí y mientras demostrarle que puedo hacerlo mejor de lo que lo hice. Y si al final decide que no renueva la confianza que depositó en mí, sólo podré agradecerle que una vez lo hiciera y lamentarme por perderlo. Así obro yo y así espero lo hagan conmigo. No tengo dos raseros.
Gracias.

(dedicado).

No hay comentarios: