La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Las reglas del juego

Hay mil caras, conocidas y nuevas.
Yo sólo borrosa y lejana.
Ahora no reclames que renazca,
tú que con ingenio me anulaste.
No pidas que sea lo que no me dejaste ser.

Caminaba a tu lado a tientas,
qué difícil es andar con una manta en la cabeza.
Escondida tras tus gestos,
oculta en tus palabras.

Y querías hacerme perder,
sino, uno no plantea esas reglas del juego.
Sabías que yo caería en la casilla de la muerte,
era en la única en que me dejabas poner la ficha.
Un tablero, dos fichas y tres jugadores,
qué injunto no saber que tú movías por dos.

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