La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Errar es humano

No, no, para, no me beses.
No, no, detente, no quiero envenenarme.
No, no, olvídate, no...
y me tu boca se posó la mía
y, desde entonces, tu mano empuja mi cuerpo hacia nuevas aventuras.
¡Menos mal que a veces me equivoco!

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