La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Bendita locura

Tuve que romperme, hacerme pedazos infinitos y desprenderme de mil lágrimas que me ahogaban por dentro.  Tuve que hacerlo y lo hice.  Me rompí,  sufrí y, durante algunos meses, no supe construirme de nuevo.  Supongo que necesitaba un poco de caos un tiempo, unas jornadas de descontrol a las que nunca yo había sido muy aficionada. Tuve que pedir ayuda y decirme no me basto para afrontar esto. Tuve que hacerlo y lo hice. Me mostré con temores, dudas y alguna arruga mas en el rostro.
Tuve que aceptarme débil,  con imperfecciones, con límites para poder volver a mirar al horizonte. Tuve que hacerlo y lo hice.  Me dejé ayudar,  guiar y cuidé un poco más de mi misma, porque me lo merezco.
Me quise por fin con todas esas taras que tengo y fue un gran aprendizaje.  Me quiero y, ahora, me es más sencillo valorar todo lo bueno que me rodea.
Parece que existe un camino muy parecido a la felicidad.

No hay comentarios: