La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Quimeras

Mirarte y ser feliz. Recuerdo esa sensación, mágica y perfecta, que consistía en que cualquier brecha se cerraba con observar tus ojos y ver cómo tu corazón me sonreía. Esos gestos eran suficientes para desinfectar heridas y coser imperfecciones.
Soñé que me enseñarías esa comisura estirada eternamente, lista para besar mi frente. Imaginé que despertaría con tus brazos y tu respiración para compartir energías y metas.
Así quise pintar la vida y aún espero tener esa paleta con la que colorear la cotidianidad.

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