La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Parando las horas

Tic tac: tus manos y mi cintura.
Tic tac: tus labios y mi pecho.
Tic tac: tus besos y mi pasión.
Tic tac: nuestros cuerpos.
Dejamos de escuchar el segundero porque ya sólo podemos percibir los movimientos precisos que dibujan nuestros músculos cuando se enredan de un modo perfecto para dibujar el deseo.

No hay comentarios: