La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Lecciones contingentes y necesarias

Es la vida, con sus defectos y virtudes, lo que rodeo con mis brazos y me hace sonreír.
Es este camino, que poco a poco voy construyendo, el que me hace sentir mariposas en la tripa, sin despreciar las lágrimas que he derramado en estos meses.
Cada uno de los momentos, placenteros y dolorosos, han sido para mï crecimiento y aprendizaje.
Aprender, acurrucada en tu vientre, sorteando obstáculos y aferrándome a ti cuando pensé que caía.
Y sentí que descendía a los infiernos en muchas ocasiones y ahí estuviste tú tomando mi mano, apagando mis miedos con la energía del encuentro y sujetándome bien fuerte, para no desfallecer.
Ahora, con la distancia, entiendo que el dolor era necesario y que me esperan nuevos amaneceres llenos de color.
Voy a seguir luchando, demostrando que este proyecto puede ser real, bello y duradero y, afortunadamente, tú lo vas a ver a mi lado.
¡Eres el mejor!

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