La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

¡El mejor desayuno!

Antes, normalmente sólo desayunábamos un café y una galleta. Ahora, desde que volvimos de Guatemala, me levanto algo más temprano para preparar un buen café, un vaso de zumito, fruta partidita y un par de tostadas con mermelada buenísima. ¡Energías necesitamos energías!
Eso ha cambiado.
Lo bueno es que sigue siendo un desayuno acompañado de sonrisas, besos, abrazos y esos ojos estupendos que me miran como si quisieran comerme.
¡Me encantas!

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