La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

CRÓNICA DE UN HOMICIDIO INVOLUNTARIO

Ahora mismo si te tuviera delante me gustaría abrazarte bien fuerte y sentir tu respiración en mi pecho. Humedecerte el cuerlo y ser, por un instante, almuerzo para tu boca. Pero no estás, ya no quedan ni las huellas de tus besos en mi piel. Me he apenado porque me cuesta recordar tu rostro. El tiempo actúa de asesino y la memoria se debilita. No deseo olvidar ni tus sabores ni el tacto de tus cadera, siempre tus caderas. No quiero dejar de soñar con el estruendo de tu risa o la energía de tus labios. Me opongo pero sucede, sucede desde hace tiempo y me duele. El invierno ha desgarrado todas las noches pretéritas coloreadas a cuatro manos e infinitos vendavales.
Tengo que seguir queriéndote toda la vida porque lo mereces y porque lo necesito para no olvidar, para no olvidarte y para no olvidarme.

No hay comentarios: