La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Secretos

Cada vez que me dices ¡Rubia! me surge el brillo en los ojos. A veces pienso que me gustaría controlarlo para que no supieras, sin preguntarme, que me tienes a tu espalda.
Cada vez que me dices ¡Te adoro! me nace la sonrisa en la boca. A veces, siento que desearía inhibirla para que no fueras consciente, sin quererlo, de que me gustas a rabiar, más que la nocilla.
Cada vez que me dices ¡Alfileres! siento que millones de mariposas revolotean en mi estómago y, entonces, sin que tú lo necesites yo te susurro que te amo.

No hay comentarios: