Me levanté esta mañana
maravillada por el cuerpo que me acompañaba bajo las sábanas.
Saboreé un café con su sonrisa aderezando mi desayuno.
Luego hablamos de los compromisos con los que combatiríamos en el día.
Después, cuando me quedé sola, lloré.
No pude contener esas lágrimas que descendieron por mi mejilla porque mis sueños echarán de menos a ese gran poeta.
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