La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Aprendamos

Esta semana te presto mis ojos para que veas todo en colores, olvidándote de los grises.
Esta semana te presto mis ganas, mis energías y mi aliento. No sé si podremos hacer milagros, pero quizás te sientas más ligero al caminar. Te presto incluso mis piernas.
Esta semana te presto mis oídos para que sientas la música de la lluvia y los lindos piropos que te susurra el viento.
Te los presto una semana. No obstante, si necesitas más tiempo, no hay problema alguno porque no voy a cobrarte por ello. Me basta con que aprendamos a vivir sin miedo.
Ahora, cuidado, no te lo regalo que yo necesito todos esos complementos para ser valiente, para ser feliz.
¿Aceptas estas clases particulares?

1 comentario:

Rafael García Librán dijo...

¡Muchas gracias!
Cuando lo vi...
muchas gracias
Ya va todo mejor... está claro!

un abrazo!