La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Saldos

Una vez amé tanto ( y sufrí) que tuve que olvidarme el corazón en un mercadillo para sobrevivir al exilio.
Años después, encontré de rebajas otro, un poco más pequeño pero con garantía -Si se me rompe, me devuelven el dinero- y, de momento, no tengo queja alguna del resultado..
¡ES MUCHO MEJOR DE LO ESPERADO!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja, buena metáfora, jajaja. Ojalá tuvieran garantía los sentimientos.

elniñotriste dijo...

No hacía falta que compraras otro, compañera, el mío está a tu disposición Lo tengo guardado en una cajita... con los besos que te debo...

Muxutxus con cariño!