La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Geografía humana

Si mi cuerpo fuera un país,
te dejaría habitarlo todo,
cada rincón, cada vasto territorio.
Habitarlo, pasearlo, contemplarlo, disfrutarlo pero... en mi país, mi extraño país, no habría leyes, ni cárceles ni, por supuesto, reyes.

Aunque fueras un extranjero, te haría sentir como en casa.
Quizás no hablaríamos el mismo idioma, pero de noche podríamos comunicarnos y comprendernos, abrazarnos y amarnos.
Si tu mano se posara en el sitio adecuado, te escucharía.
Si tu lengua provocara el escalofrío preciso, te respondería.
Si tu boca despertara a mi piel de su letargo, te
susurraría lo que aquí no puedo escribir.

Quizás tú también quieras disfrazarte de algún país, inventado o deformado, para que...
mi mano te toque,
mi lengua resbale
y mi boca devore.

Mi país no quiere guerras absurdas, sólo desea batallas nocturnas, en las que las armas sean de chocalate, algodón o gelatina.

No hay comentarios: