La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Yo no soy la gorgona Medusa

- Tengo miedo. Miedo a perderte, miedo a que no sea suficiente para ti, miedo a que se cruce en tu vida alguien que te resulte más interesante, miedo a que un día me levante y ya no estés a mi lado, miedo a que ya no quieras pasear de mi mano, miedos a tantas cosas...

Y, conforme acabó la frase, se quedó petrificado. Nunca más fue carne y hueso. Fue la única fórmula que encontró la gorgona Medusa para que nunca más experimentase ese funesto sentimiento.

Todos sentimos algunas veces de esta forma,
pero no podemos quedarnos paralizados.
Al contrario hay que ser capaces de desplegar la alas
aún con mas fuerzas, preparados para volar.
El miedo que se ponga en el paredón.

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