porque encontré cerrojos (garantizados)
con los que clausurar todos los espacios que nos unían.
No pido que me comprendan,
sencillamente que me respeten.
No exijo que sean como yo,
pero, al menos, que no me hagan daño,
que no me traten como si mi dignidad
fuera el felpudo que adorna
las entradas de algunas casas.
No, no me equivocaría otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario