Si siento miedo escapo.
A veces, el vértigo me ciega y no pienso,
sólo me defiendo de lo que me provoca pavor,
de un modo tal salvaje que acabo magullada y dolorida.
Luego, las heridas escuecen.
No quiero sentir miedo,
sólo el peso de tu cuerpo sobre mi espalda.
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