La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

La playa: dos versiones de un mismo instante

Estar sola en la playa es gratificante. Al menos yo lo disfruto muchísimo. Me vi una gran película (como soy una ñoña lloré, qué se le va a hacer). Me leí un libro, enterito, no me quedó ni una sola letra y escribí, no tanto como esperaba, pero escribí.



Estar acompañada en la playa es mucho mejor, en especial, si la compañía es de calidad, tiene una sonrisa increible y me provoca un nerviosismo adolescente que me remueve por dentro. Gracias, me siento enormemente afortunada por haberte conocido, por esas horas que me regalaste y por esa paciencia que derrochas.

No hay comentarios: