La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

Asì escribo hoy...

con el tiempo extrangulado por el miedo indòmito y caprichoso,
con el pavor de que dejes de existir entre mis piernas y entre mis brazos,
con làgrimas reventando los ojos y desgastàndome la mirada,
hasta que ya no te vea,
hasta que ya no te sienta,
con sueño acumulado que no llego conciliar porque te vas, porque no estaràs,
con tristeza y sequedad en la garganta, impedida y dislocada de tanto gritar estos dìas de viento y zozobra,
con ganas de que me abraces y me digas que nada quedarà de estos dos dìas, que no fueron, sòlo parecieron asesinos violentos,
con ganas de que al verme dediques una sonrisa al tiempo y a la eternidad,
con ansias porque me digas que puedes contar conmigo,
con el cansancio de dos noches en vela, una ruta en carretera, ocho horas de espera y la frustraciòn alojada entre mis dientes,
Golpeada y maloliente.

No hay comentarios: