Frente a mí, sobre la alfombra del baño, me dijiste:
- Cuando acabemos con la ducha miras lo que hay en el bolsillo de mi abrigo.
- ¿Qué has traido?-. Pregunté yo, impaciente y congelada. Recordemos que yo ya llevaba menos ropa que tú.
- Tranquila, son unas gominolas de esas que tanto disfrutas.
- ¡Qué bien! Me las voy a comer todas.
- No, esta vez me las zampó yo. Tú sólo me las vas a ofrecer con tus dedos. Pausadamente, colocándote una a una las falanges de tus manos.
2 comentarios:
Me ha gustado mucho este sitio tan loco, tan colorido, tan dinámico y cambiante y tan fuerte.Lo que está en "la punta de mi lengua", ¿ es esa sensación que se agolpa y se pela por salir?... Me encanta entrar aquí.
¡Gracias por pasar a caminar un ratito por estas calles! La punta de mi lengua son muchas cosas: lo que digo y mejor haber callado, lo que sueño y realizo, lo que ansio pero no llega, lo que no me atrevo a decir. Mi cabeza que también es colorida, dinñamica y cambiante.
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