La punta de mi lengua

Lo dejé marchar y no me arrastró.

No siempre es bueno ser impaciente

En esta casa se come a las tres-. Dijo la bruja a los niños que estaban en la jaula, alargando su suplicio.
Los niños protestaron y lloraron no estaban acostumbrados a que no les concedieran sus caprichos. Al final se salieron con la suya.
A las dos estaba la mesa puesta. La malvada hechicera se los comió a las dos, justo cuando acababan los dibujos.

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